sábado, 28 de febrero de 2009

LA COLECCIONISTA DE BUFANDAS


Sin tiempo de coger el abrigo, se apresuró por salir del coche, sabía que aquel reencuentro iba a ser más especial aún que el anterior. Sus miradas se cruzaron y entonces comprendió lo mucho que la había echado de menos. Sin decir una palabra él le ofreció su bufanda, y ella agradecida se la colocó delicadamente alrededor del cuello.