Parece que han llegado las fechas en las que los medios de comunicación inciden más sobre las noticias de origen medioambiental, sacándonos un poco de los rutinarios acontecimientos deportivos, políticos y sociales, vuelven a cuestas con el cambio climático, y no es para menos cuando se cumple el 2º aniversario del Protocolo de Kioto.
No es que no quiera mirar de frente la realidad y que no me asusten todas esas predicciones y esos fundamentos que tanto prestigiosos científicos como los que han sido desprestigiados y luego otra vez prestigiosos, han venido anunciando desde hace unas cuantas décadas. Pero atraversar mi ciudad a las 15.15 h esta semana de mediados del mes de febrero y percatarme por un termómetro, que hace 17ºC de temperatura, me asusta y me preocupa, cuando lo acostumbrado de esta época sean entre 5º y 8ºC. Pienso a menudo qué es lo que vamos a dejar a los que vienen detrás, no es nada excepcional, pero el planeta que va heredar nuestra gente menuda me inquieta, más allá de si este año habrá restricciones de agua o que parte de las cosechas se pierdan por esta meteorología que parece caprichosa.
Esperaré atentamente las sorpresas que nos depararán los investigadores con las nuevas biotecnologías, esperaré las nieves y las lluvias, las tardes frescas de julio y los días calurosos de agosto, e intentaré seguir poniendo de mi parte para que el clima no cambie tanto. Aunque desde siempre haya existido el cambio.
No es que no quiera mirar de frente la realidad y que no me asusten todas esas predicciones y esos fundamentos que tanto prestigiosos científicos como los que han sido desprestigiados y luego otra vez prestigiosos, han venido anunciando desde hace unas cuantas décadas. Pero atraversar mi ciudad a las 15.15 h esta semana de mediados del mes de febrero y percatarme por un termómetro, que hace 17ºC de temperatura, me asusta y me preocupa, cuando lo acostumbrado de esta época sean entre 5º y 8ºC. Pienso a menudo qué es lo que vamos a dejar a los que vienen detrás, no es nada excepcional, pero el planeta que va heredar nuestra gente menuda me inquieta, más allá de si este año habrá restricciones de agua o que parte de las cosechas se pierdan por esta meteorología que parece caprichosa.
Esperaré atentamente las sorpresas que nos depararán los investigadores con las nuevas biotecnologías, esperaré las nieves y las lluvias, las tardes frescas de julio y los días calurosos de agosto, e intentaré seguir poniendo de mi parte para que el clima no cambie tanto. Aunque desde siempre haya existido el cambio.
3 comentarios:
La asociación Burgaleses por el Cambio Climático organiza el próximo viernes una apertura masiva de frigoríficos con el fin (simbólico) de incrementar las emisiones de CFC y así conseguir un clima más templado y benigno para nuestra ciudad y provincia. La agrupación también propugna el deshielo progresivo de los polos para que las playas nos pillen más cerca. Pásalo.
El cambio siempre ha existido. el problema es que este parece que es provocado por nosotros. Y se podría conseguir tanto si todos nos concienciáramos e hicieramos un poco.
Estoy contigo.
Hola
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