jueves, 19 de abril de 2007

EL INTRUSO

Casi uniformados acuden como en goteo al punto de reunión, todo va bien, salir de su rutina les va a permitir ganar algunos puntos, hacer estudios y de alguna manera ser pagados. Ellos no lo saben todavía, pero hay un intruso. El intruso se mueve al mismo compás que sus compañeros, no tiene problemas para seguirlos, está tan orgulloso de ello que pasa desapercibido.


A la hora del banquete el intruso se da cuenta de lo que es. Pese al objetivo de la reunión, sus aspiraciones difieren mucho del resto de los presentes. Piensa que es su vestimenta lo que le va a delatar, pero simplemente ve que no pertenece a ese rebaño. Descolocado, intenta no moverse compulsivamente y va aguantando heroicamente las jornadas que le hacen olvidar por instantes que es un extraño. La presión termina por agotarle, se siente ignorante y humillado, tan débil que a punto está de confesar su pecado, pero siente pánico y calla. Paciente espera que caiga la noche para emprender la huida.

lunes, 16 de abril de 2007

EN EL ESTANQUE DORADO

Una imagen vale más que mil palabras... ¿y dos?

Cuando algo así se refleja por un instante en mi pupila, por mucha prisa que tenga, debo pararme en seco. Orgullosa de mi trayecto y de mi entorno respiro profundamente. Sólo una vez que ya intento recordar ese momento, sonrío arrepentida sin perder la esperanza.

jueves, 12 de abril de 2007

LOS GIGANTES

Florines me regaló una rosa. Yo tenía cuatro años, es un recuerdo que guardo muy nítido, como si fuera ayer. Era una tarde de verano, y fui con mi madre a comprar unas verduras a la huerta que por aquel entonces, trabajaba este hombre. En ese momento, me perecía un señor muy mayor, como mi abuelo, y realmente no era tan mayor. Pero es que Florines es esa clase de tipo que siempre ha estado muy curtido, como obrero en la construcción, sus manos han permanecido fuertes y han quedado ásperas y desgastadas.

Florines cultivaba muchas cosas, patatas, zanahorias, calabacines, lechugas, acelgas, muchas acelgas, judías verdes, cebollas... y flores. Después de unos años se mudó a otra huerta, que no estaba muy lejos, ya que construyeron dos adosados en la huerta donde Florines me regaló mi primera flor. Por lo menos hace unos quince años que la gente le visita y le compra sus verduritas ricas y frescas en esta otra huerta, a la que se ha dedicado completamente durante las temporadas desde que se jubiló.

La gente del barrio siempre han sido sus mejores clientes. Me daba mucha vergüenza cuando mi madre me mandaba bajar a comprarle algo. Los tomates, es su especialidad. Capaz de obtener un tomate de más de medio kilo de peso en su balanza romana, qué maravilla. Los tomates de Florines era el producto más codiciado de su huerta, no era el tamaño, era el sabor, sin duda una de las mejores cosas que traía el verano, y se hacía esperar, como todo lo bueno.

Total, que no creo que este verano coma los tomates que cultiva Florines, ni los calabacines, ya no habrá más acelgas... Ni flores por Todos Los Santos... Desde hace un mes y medio que las maquinas han entrado en el terreno que cultivaba este hombre amable, alegre y trabajador. Por fin una auténtica jubilación para él y una pena para los fieles visuales cuidadores de sus tomates. Creo que unas tres casas individuales se van a alzar sobre la huerta de Florines. Nunca hice una foto de su jardín en plenitud, siempre creí poder hacerla cualquier verano...y hoy me he dado cuenta que no.


Entre estos gigantes a los que Don Quijote se enfrentaría de haber contado Cervantes sus hazañas de caballero andante del siglo XXI, saldrá en un futuro muy cercano otro más, que no dejará crecer los deliciosos tomates que siempre han dado sabor a mis veranos.

jueves, 5 de abril de 2007

SIN EXCUSA

Varios son los motivos por los que mi guarida pertenece a este 0,4 %. En principio era más un problema logístico y también de espacio, a eso había que añadirle la falta de tiempo para mirar la "caja tonta" o "dispositivo plano tonto" (para algunos) y sobre todo que no quería que la morralla que emana de tal aparato perturbara mi tranquila existencia, ese era el motivo más importante.

A veces la televisión se enciende sólo para distraerse y dejar de dar vueltas a otros temas, los cuales también pueden resultar igual de perturbadores... Tengo que reconocer que en esos momentos me hubiera gustado poder dar al botón que pone "on" de ese aparato... y aunque todavía no he encontrado el botón "off" de mi cabeza, el tiempo rellenado de actividades y asuntos me impiden estar al día de las series de éxito, los programas de moda, los novedosos canales y carecer de respuestas cuando salen estos temas de conversación entre mis colegas.

Uno de mis héroes me dijo el día del partido Barça-Madrid, que no tener tele es un handicap, pero que no me sirve como excusa para no enterarme de lo que pasa en el mundo, y tiene razón.

martes, 3 de abril de 2007

EL CAMINO

Hoy he vuelto a tomar el camino, como cada mañana. Ha amanecido y sin tiempo de darme cuenta a qué altura del mismo voy, continuo el camino... que en realidad no he abandonado en ningún momento, aunque lo haya querido hacer. Los días ya más largos dan a mi camino más sentido, deja de estar tan escondido y se vuelve tan rutinario como impredecible.

Buscando la maravillosa sensación de dejarse despertar por los aires veloces del amanecer, frescos con fragancia de mi propio aliento, continúo mi camino observando como el inevitable paso del tiempo no le quita el verde a mi senda.