jueves, 12 de abril de 2007

LOS GIGANTES

Florines me regaló una rosa. Yo tenía cuatro años, es un recuerdo que guardo muy nítido, como si fuera ayer. Era una tarde de verano, y fui con mi madre a comprar unas verduras a la huerta que por aquel entonces, trabajaba este hombre. En ese momento, me perecía un señor muy mayor, como mi abuelo, y realmente no era tan mayor. Pero es que Florines es esa clase de tipo que siempre ha estado muy curtido, como obrero en la construcción, sus manos han permanecido fuertes y han quedado ásperas y desgastadas.

Florines cultivaba muchas cosas, patatas, zanahorias, calabacines, lechugas, acelgas, muchas acelgas, judías verdes, cebollas... y flores. Después de unos años se mudó a otra huerta, que no estaba muy lejos, ya que construyeron dos adosados en la huerta donde Florines me regaló mi primera flor. Por lo menos hace unos quince años que la gente le visita y le compra sus verduritas ricas y frescas en esta otra huerta, a la que se ha dedicado completamente durante las temporadas desde que se jubiló.

La gente del barrio siempre han sido sus mejores clientes. Me daba mucha vergüenza cuando mi madre me mandaba bajar a comprarle algo. Los tomates, es su especialidad. Capaz de obtener un tomate de más de medio kilo de peso en su balanza romana, qué maravilla. Los tomates de Florines era el producto más codiciado de su huerta, no era el tamaño, era el sabor, sin duda una de las mejores cosas que traía el verano, y se hacía esperar, como todo lo bueno.

Total, que no creo que este verano coma los tomates que cultiva Florines, ni los calabacines, ya no habrá más acelgas... Ni flores por Todos Los Santos... Desde hace un mes y medio que las maquinas han entrado en el terreno que cultivaba este hombre amable, alegre y trabajador. Por fin una auténtica jubilación para él y una pena para los fieles visuales cuidadores de sus tomates. Creo que unas tres casas individuales se van a alzar sobre la huerta de Florines. Nunca hice una foto de su jardín en plenitud, siempre creí poder hacerla cualquier verano...y hoy me he dado cuenta que no.


Entre estos gigantes a los que Don Quijote se enfrentaría de haber contado Cervantes sus hazañas de caballero andante del siglo XXI, saldrá en un futuro muy cercano otro más, que no dejará crecer los deliciosos tomates que siempre han dado sabor a mis veranos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, uno de mis apellidos es Florines, y mi pregunta es puedo saber algo más del Florines de tu relato.

Saludos
JMT FLORINES

jm@inter-trace.es

Anónimo dijo...

Pues yo no me llamo Florines, pero me tocas los castaplines