lunes, 28 de abril de 2008

EL PARACAIDISTA


Contar como Tigre y Missi llegaron a mi hogar es una larga historia que muchos ya conocen, al igual que los hechos a los que me refiero a continuación. Pero tenía que contar esto en mi blog, porque otros ya contaron una parte en el suyo, y yo no iba a ser menos, pues le debo un pequeño homenaje a mi pequeño Tigre.

El caso es que una fría noche de diciembre Tigre salió al tejado una vez más a hacer las cosas propias de un gato joven, supongo que vigilar el territorio y en aquellos momentos...a buscarse una novia o dos. No volvió esa noche, ni a la mañana siguiente, ni la noche siguiente. Tras comprobar que no se encontraba tirado en ninguno de los patios cercanos, pensé que se habría colado en la casa de alguien, que estaba resguardado en algún sitio, y que volvería por su propio pie. Afortunadamente volvió, pero no por su propio pie, una persona lo encontró en el suelo de la plaza, muy mal herido y me lo rescató para que se pudiera recuperar.

Sus patas parecían recuperables, así que fue intervenido por primera vez... eso fue tal que hace más de un año, y en los tres meses siguientes le operaron unas cinco veces más. Las idas y venidas a la clínica veterinaria entraron a formar parte de mi rutina durante seis meses. Esas pequeñas excursiones que atormentaban a mi gato y en general el proceso completo de su recuperación, han hecho de mi pequeño felino un super héroe y el afecto que siento por mi mascota, algo muy difícil de cuantificar y explicar.

Tengo que confesar que recibimos mucho apoyo. Digamos que apoyo logístico...y el apoyo moral por parte de mis amigos más cercanos, mi tía Cris y el señor veterinario. Apoyo que fue clave en los momentos más duros en los que mi gatito luchaba por salir adelante ante mi mirada desesperada y confusa.

Tras seis largos meses Tigre fue dado de alta y poco a poco le terminó de crecer el pelito. En aquellos días, me crucé en mi camino con una señora que paseaba junto a su hija pequeña a dos perritos pequeños. Uno de ellos, el más chiquitín llevaba las dos patas de atrás colgando de un pequeño carrito de dos ruedas. Le pregunté por la historia de su perrito y me contó que era una lesión irreversible... Uno puede pensar que es cruel mantener la vida de un animal lisiado de esa manera, que el animal sufrirá constantemente y que es egoísta por parte del amo, pero es igual de cruel sacrificarlo para evitar ver como tu perro sufre.

Tigre tiene una cojera muy chula y hace una vida de gato total. Sigue saliendo por los tejados a ver a los otros tres gatos. Nuestras mascotas, como todo ser vivo mantiene inherente su instinto de supervivencia y se adaptan más fácilmente a sus limitaciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tigre tiene una cojera sexy. Pero es un déspota, como todos los gatos.

Philadelphia dijo...

Bueno, a veces parece una cacatúa...pero le dejo ser todo lo tirano que es, por que es un gato muy majo