Nueve meses, como un embarazo.
Nueve meses hace que olvidó cerrar la ventana. Aquella ventana que había pensado cambiar hace dos inviernos porque por ella se pierde el calor, porque es fácil de abrir y de cerrar y le da inseguridad. Y el verano pasado, se confió y olvidó cerrarla un día, y aquel día fue luminoso y ventoso. El aire removió toda su morada y puso patas arribas todos sus enseres y sus papeles, que ya de por sí, andaban alterados. En una jornada todo quedó hecho un desastre y todavía no ha terminado de poner las cosas en su sitio y cada vez que vuelve a colocar algo, se plantea si ese es un buen sitio.
En realidad más de nueve meses le van a hacer falta para recuperar el orden que dejó escapar por esa ventana.
Nueve meses hace que olvidó cerrar la ventana. Aquella ventana que había pensado cambiar hace dos inviernos porque por ella se pierde el calor, porque es fácil de abrir y de cerrar y le da inseguridad. Y el verano pasado, se confió y olvidó cerrarla un día, y aquel día fue luminoso y ventoso. El aire removió toda su morada y puso patas arribas todos sus enseres y sus papeles, que ya de por sí, andaban alterados. En una jornada todo quedó hecho un desastre y todavía no ha terminado de poner las cosas en su sitio y cada vez que vuelve a colocar algo, se plantea si ese es un buen sitio.
En realidad más de nueve meses le van a hacer falta para recuperar el orden que dejó escapar por esa ventana.
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